La importancia de contar con un pitch profesional
Imagina lo siguiente: estás en un evento social y de repente, ves a alguien que sabes que, a nivel laboral, te puede ayudar a conseguir una vacante en esa empresa que tanto soñaste, o simplemente que te puede aconsejar respecto a cómo seguir adelante con tu carrera. ¿Te acercarías? ¿De qué manera lo harías? ¿Te limitarías a saludar o tratarías de presentarte derechamente ?
Estamos en un mundo donde las redes y los contactos laborales son clave para entrar en nuevos espacios y avanzar a nivel profesional. Y, en ese sentido, mantener un buen networking se vuelve fundamental para fortalecer esas conexiones.
Sin embargo, en muchas ocasiones, esas oportunidades se desaprovechan, no solo porque algunos no se atreven a conversar con quienes consideran como referentes, sino porque además no saben utilizar el tiempo a su favor. Y es que las personas -especialmente, quienes ocupan cargos de jefatura-, generalmente tienen espacios limitados y están constantemente recibiendo grandes cantidades de información. Engancharlos con datos claves sobre tu forma de trabajar y que a la vez inspiren confianza, es esencial para que te puedan considerar en el futuro.
Desde ahí surge el denominado elevator pitch o “discurso del ascensor” que alude al breve mensaje que puedes comunicar en el tiempo que demora un ascensor en subir. Su objetivo es transmitir en máximo 2 minutos quién eres, qué haces y por qué eres relevante en el mundo profesional, entregando un panorama general frente a un posible cliente, gerente, inversor, reclutador o jefatura. Como narrativa, este resumen profesional te permite captar la atención para quedar en contacto y ser llamado a alguna entrevista o reunión, destacando el por qué tú eres el candidato ideal.
Ahora, ¿Cómo hacer un pitch profesional que sea efectivo, sin caer en la sobreinformación que se le entrega al receptor? Los especialistas aconsejan responder dos grandes preguntas.
- ¿Quién eres y a qué te dedicas?: En los primeros segundos, debes presentarte con tu nombre y una breve descripción de tu experiencia laboral y educación. Por ejemplo: “Hola, mi nombre es Carlos, encantado de conocerte. Soy diseñador gráfico creativo y me dedico al branding e identidad visual”.
- ¿Qué necesidad resuelves y qué soluciones ofreces?: Esta es la parte más relevante del pitch. Aquí se debe dejar claro el motivo por el que te deberían elegir a ti como profesional, destacando tus fortalezas y cómo tus habilidades se adaptan a los objetivos de la empresa u organización, diferenciándote de otros candidatos. Por ejemplo: “Gracias a mi experiencia, he desarrollado diversas soluciones creativas que fortalecen las organizaciones, mejorando significativamente las métricas digitales y generando conexiones sólidas con sus audiencias”.
La idea es que al cerrar tu discurso, seas claro respecto a la acción que quieres que la persona que está frente a ti tome después de escucharte. Esto puede ser desde agendar una reunión para discutir una posible colaboración, hasta simplemente intercambiar contactos para mantenerse en línea. Así se puede obtener resultados concretos: dejando en claro cuál es el siguiente paso y mostrándose dispuesto a seguir avanzando en la relación profesional.
Para que esta interacción sea exitosa, te recomendamos seguir los siguientes consejos:
- Usar un lenguaje sencillo y directo: Tienes pocos segundos. Aprovéchalos usando palabras fáciles, para asegurarte de que tu mensaje sea transmitido de manera efectiva. Evita la jerga técnica porque puede confundir.
- Ser honesto: Con tus habilidades, experiencia y objetivos. No exageres, ni inventes información para impresionar porque a la larga “se nota”. Comprométete con cosas que puedes cumplir para que esta conexión sea duradera, y trata de ser auténtico respecto a tu personalidad.
- No recites el mensaje de manera poco natural: Nadie quiere escuchar un comercial de ventas. Por lo mismo, trata de comunicar tus ideas de manera clara y fluida, manteniendo un tono de voz natural. Que no suene como que estuvieras leyendo un guión. Sé espontáneo, y prepárate para eso.
- Queda atento a las preguntas que puedan surgir después de la interacción: Escucha cualquier duda o comentario para profundizar en los temas que le interesan al interlocutor. Si no estás seguro de tu respuesta, no te preocupes. Es mejor admitir que no sabes y que estás dispuesto a seguir averiguando.
- Ojo con la velocidad: Muchas veces, los nervios nos juegan una mala pasada, haciendo que hablemos más rápido de lo normal. Por lo mismo, trata de controlar el ritmo de tu discurso para asegurar que el mensaje se entienda y llegue de manera correcta.