Culturas trabajólicas

Qué rico que me puedo ir temprano”, me dijo hace un tiempo una jefa, siendo las 19:45 cuando nuestro horario formal de salida era a las 18:30. Un día cualquiera. No había tareas urgentes, ni plazos que cumplir de manera apremiante. No obstante, su comentario fue tan genuino que me resuena hasta el día de hoy.

Seguro que a muchos nos ha tocado ser parte de las denominadas culturas trabajólicas. Me refiero a ambientes donde si bien no hay reglas o lineamientos explícitos que te lleven a trabajar más allá de tu horario laboral, hay códigos culturales subyacentes que valoran que te quedes hasta tarde, que respondas WhatsApp después de la oficina, que te lleves el computador a tus vacaciones o que tengas un sentido de urgencia que te impulse a “ir a todas” y entrar a esa dinámica.

Solo a modo de ejemplo, un estudio de Mercer mostró que el 73% de los trabajadores responde correos fuera del horario laboral, a pesar de tener una política de desconexión. Este fenómeno genera un impacto incluso a nivel personal. O al menos, así lo viví yo. Y es que el trabajo adquiere tal nivel de importancia que, incluso, sientes que tu valor e identidad están en juego junto con él.

Actualmente, sabemos que está latente la necesidad de cuestionar este tipo de prácticas y re-enfocar las culturas organizacionales hacia caminos que promuevan el bienestar personal, la salud mental y el equilibrio integral.

Pese a lo anterior, aún existen muchas empresas que sostienen culturas trabajólicas y paradigmas que consideran que es “mejor profesional” quien más se entrega al trabajo, bajo esta lógica errada de lo que significa el compromiso.

Tiendo a pensar que mi experiencia no es un caso aislado y que ocurre más frecuentemente de lo que pensamos… ¿Qué opinan? ¿Han sido parte de culturas trabajólicas?